Las mujeres defensoras alzan la voz: «La vida no se compra ni se vende, la vida se defiende»

Durante las dos primeras semanas del mes de marzo hemos contado con la presencia de 11 mujeres defensoras del territorio y la naturaleza procedentes de Perú, Venezuela, Colombia, Guatemala y Honduras. O  lo que es lo mismo: Lily Calderón, Minerva Vitti, María Teresa Urueña, Anitalia Pijachi, Katia Ustate, Yalenis Medina, Jenny Ortiz, Lucía Ixchiú , María Felicita López, Juana Francisca Urbina y Keyla Canales.

De la mano de estas mujeres hemos tenido la oportunidad de conectar(nos) con la llamada de la Madre Tierra, de oír su voz y de hacernos conscientes de que cada pequeño gesto, cada decisión tomada a este lado del Atlántico, tiene enormes consecuencias e impactos en sus territorios y en resto el mundo. Con una apretada agenda y en el marco de la campaña Somos Amazonía, las defensoras han acudido a diversos encuentros que hemos organizado tanto con el equipo de Alboan, en unas jornadas de carácter más privado celebradas en Berriz, como con otras audiencias: medios de comunicación, decisores y representantes políticos, mundo académico de la mano de la Universidad de Deusto, ONGD y movimientos sociales, la Red de Jóvenes de Alboanen Gazte Sarea y la ciudadanía en general.

Los primeros días nos congregamos en Berriz (Bizkaia), en un entorno alejado del ruido y las prisas de la ciudad. Un lugar tranquilo, rodeado de frondosos árboles y la tímida nieve que nos saludaba. Un encuentro de casi tres días de duración, al que fueron llegando mujeres muy diversas, procedentes de países diferentes, pero con una historia de vida común: la defensa del territorio por encima de todo. Estas mujeres, indígenas unas, afrocescendientes otras, tienen en común su lucha y su reivindicación: defender el territorio es sinónimo de vida, aunque en su caso, precisamente la vida, queda expuesta a amenazas, riesgos y violencias. Todas ellas han dado testimonio de sus luchas para proteger los territorios que son expoliados por la industria extractivista, que infringe profundas heridas y que contamina y acaba con la diversidad y la vida.

Defensa del territorio, defensa de la vida

El denominador común, el hilo invisible que une y teje las vidas y reivindicaciones de las mujeres defensoras de la naturaleza, es que habitan todas ellas espacios rurales, alejados del ruido y las multitudes. Lugares que en otro tiempo no muy lejano, fueron pequeños paraísos en los que vivían en equilibrio  con la naturaleza. Pero que hoy se encuentran amenazados y esquilmados por los intereses comerciales de la industria extractivista: oro, níquel, caucho, petróleo… todo les ha sido arrebatado, dejando tras de sí, destrucción y contaminación. Al mismo tiempo que los árboles caen, se levantan centenares de proyectos hidroeléctricos, que en demasiadas ocasiones tienen lugar en espacios protegidos de la naturaleza. La deforestación, la contaminación de las aguas, y la pérdida de soberanía alimentaria, amenazan a las comunidades que ven sus derechos y el futuro de sus hijas e hijos en el filo. Por esa razón, tal y como Yalenis Medina, mujer afro, campesina, desplazada de la comunidad de Patilla, en La Guajira colombiana, y defensora de los Derechos Humanos, la vida y el territorio, afirma que sus territorios son “Zonas de sacrificio a las que se les está arrebatando todo, para que otras personas se enriquezcan. Cuando alzamos la voz, nos damos cuenta de que la mayoría de empresas que se enriquecen y destruyen La Guajira son de Europa”.

La defensa del territorio y la naturaleza se cobra cada año numerosas vidas. Solo en 2021, según datos de Global Witness, más de 200 personas fueron asesinadas por defender su derecho a vivir en su territorio en paz y armonía. Muchas de estas personas son mujeres latinoamericanas. La historia del expolio de este continente dura ya más de 500 años. Se trata de una historia repetida y reiterada, salpicada por la violación de los Derechos Humanos, los asesinatos, el desplazamiento forzado de comunidades, que deja tras de sí, contaminación y destrucción.

“Nos enfrentamos a la violencia y a la muerte por salir a defender nuestro territorio. Por eso las mujeres nos hemos unido, para tener más fuerza y sostener nuestras luchas”, afirma Juana Francisca Urbina, lideresa indígena tolupán de Tepemechín, en Yoro, Honduras.

 “No es lo mismo defender el territorio siendo un hombre indígena que una mujer. Aquí estamos mujeres negras, indígenas, diversas con historias personales que cuentan las violencias que las atraviesan” Afirma Lucía Ixchiú, indígena k’iché guatemalteca activista feminista y periodista comunitaria.

* Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Agencia Vasca de Cooperación, la Diputación Foral de Bizkaia y la Diputación Foral de Gipuzkoa.

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