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Por qué “Somos Amazonía, defendamos nuestra casa común”
La Panamazonía es un ecosistema único en el mundo por su gran biodiversidad y su trascendental importancia para el mantenimiento de la vida en la Tierra. Constituye apenas un 4% de la superficie terrestre, y sin embargo, el caudal del río Amazonas y sus afluentes aportan aproximadamente una cuarta parte del agua dulce del planeta. La fauna y flora de la selva amazónica aglutinan a cientos de miles de seres vivos, algunos de los cuales son endémicos del bioma amazónico.
Escuchar el grito de la Amazonía es a lo que el Papa Francisco nos llama a través de la Exhortación Apostólica, «Querida Amazonía». Hoy, todo el planeta grita en la lucha contra el cambio climático y la Amazonía también lo hace.


Durante años, los Estados y grandes empresas han considerado la Amazonía una despensa inagotable. Un comportamiento que ha derivado en una crisis socio-ambiental que está visibilizando el abandono histórico de los propios Estados hacia la región y la población amazónica, tanto en las zonas rurales, como en las ciudades.
Organizaciones y movimientos indígenas y de la sociedad civil, la Iglesia – a nivel internacional, nacional y local –, y ONG locales e internacionales en favor de los derechos humanos o la justicia ecosocial, entre otros, se están movilizando para proteger la región y los pueblos que la habitan.
Consecuencia de ello es el número de asesinatos de personas defensoras de los bienes de la naturaleza. – En el año 2019, según el Análisis Global de Front Line Defenders, fueron asesinadas 304 personas en todo el mundo por este motivo. Una de cada diez son mujeres.

A pesar de su relevancia para el mantenimiento de la vida en el planeta, la Panamazonía está amenazada por lo que el ecofeminismo denomina conflicto capital-vida, que surge de los modelos económicos en los que el proceso de valorización del capital se da a costa de los bienes de la naturaleza y de la vida humana.
Así, el sistema económico actual valora la biodiversidad y la riqueza del bioma amazónico, no por sus contribuciones a la estabilidad climática global, sino por el valor económico de sus bienes naturales.

Este imaginario economicista constituye un incentivo perverso para la destrucción y la extracción de valor del bioma amazónico, al tiempo que está estrechamente relacionado con la vulneración de derechos humanos, afectando especialmente a los pueblos indígenas, y de manera diferenciada a las mujeres.
La campaña Somos Amazonía denuncia la tendencia de la economía convencional a invisibilizar los “servicios ambientales” que proporciona la naturaleza, del mismo modo que se ignora las contribuciones de las mujeres a los cuidados necesarios para la sostenibilidad de la vida.
Buscamos fortalecer el compromiso de la ciudadanía con el medioambiente, la sostenibilidad y la equidad, a partir de la reflexión sobre los desafíos socioambientales que sobrevuelan la Amazonía y fomentar la participación social en la búsqueda de soluciones.
Además, con Somos Amazonía, desde Alboan y Entreculturas nos sumamos a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de Naciones Unidas para el año 2030 y las Preferencias Universales de la Compañía de Jesús, que invitan compartir misión alrededor del “cuidado de nuestra causa común” y “caminar con las personas excluidas”.