Leticia conduce el programa “Con olor a café”, dirigido especialmente a mujeres de comunidades originarias. Se trata de un espacio donde se escucha la voz de las mujeres y se les proporciona un lugar para la participación y la denuncia.
¿Qué nos puedes contar acerca del programa que conduces en Radio Huaya?
“Con olor a café” es un programa que cuenta con una audiencia de alrededor de 350.000 personas que siguen nuestra programación a través de FM, en cinco estados colindantes, y a través de internet, donde parte de nuestros oyentes pertenecen a comunidades migradas que residen en Estados Unidos.
La mayoría de nuestras seguidoras son mujeres, casi todas pertenecientes a comunidades originarias de la región: náhualt, tepehua, totonacos, otomíes… Cuando visitamos las comunidades nos transmiten que sienten que la radio es su casa, su compañera, su amiga, porque les acompaña y les escucha en sus procesos de lucha que son complicados para las mujeres indígenas.
¿Cómo defines la participación de las mujeres en la vida de sus comunidades?
A lo largo de los años hemos visto que se ha incrementado la participación de las mujeres en diferentes espacios comunitarios. Desde Radio Huaya escuchamos y acompañamos a mujeres que en la actualidad ostentan cargos comunitarios. Son mujeres indígenas de pueblos originarios ocupando espacios públicos, como presidencias municipales, autoridades comunitarias, agentes municipales o comisariadas. Sus testimonios proporcionan ánimo y guía a otras compañeras, ya que ven que tienen derecho a participar en la toma de decisiones de sus comunidades.
¿Cómo os relacionáis desde las comunidades con la naturaleza?
Para las comunidades indígenas la Casa Común es nuestra vida, es nuestro territorio. Todo lo que consumimos, nuestra cultura y nuestra historia está ahí. Los pueblos náhuatl creemos que en la tierra se encuentra nuestro ombligo. Por eso la cuidamos, porque si nos la quitan es como si nos estuvieran arrebataran una parte, es como si nos quitaran a nuestra familia.
Por eso hacemos ofrendas, porque es nuestra manera de agradecer la vida y por eso intentamos cuidarla, porque, tal y como dicen las curanderas náhuatl, la tierra cambia cuando le hacemos daño. Y yo creo que la humanidad lleva años haciéndole daño y que no debemos olvidar lo que nos enseñaron las abuelas y abuelos sobre cómo hablar a la Tierra. En nuestra cultura la tierra y el maíz, son seres vivos con los que se puede hablar y debemos pedirles perdón cuando les hacemos daño.
¿Qué papel juegan las mujeres de las comunidades en el cuidado de la Madre Tierra?
A nosotras no solo nos ha tocado ver, también nos ha tocado sentir los problemas que golpean la tierra y por eso hacemos lo posible y buscamos la forma de que este problema no se expanda. Es importante sentir empatía y tener conciencia que todo lo que pasa en una comunidad nos afecta a todos y a todas. Debemos mirar a nuestro alrededor, mirar las necesidades y el dolor de las comunidades, porque muchas veces solo vemos los beneficios. Es importante recordar el dolor y el trabajo de cuidado que se lleva a cabo desde las comunidades para que no nos afecten los cambios climáticos, la crisis ambiental y todos estos problemas que estamos viviendo.
¿Cómo afecta la crisis ambiental a las mujeres?
Hay una gran sequía que afecta a las milpas -plantaciones locales de Mesoamérica- y la tala clandestina. En estos territorios había mucho bosque, pero está desapareciendo y esto impacta directamente en las milpas. No hay agua, y las mujeres son las que se encargan de portear agua, con lo que ello conlleva, ya que con la sequía se ven obligadas a caminar durante más de una hora porteando agua.